Los trabajadores de las fábricas en Francia han calificado los «collares de perro» para el distanciamiento social como un «ataque a la libertad individual», ya que los empleadores están tratando de hacerlos usar dichos dispositivos para hacer cumplir las restricciones mientras trabajan.
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Los dispositivos de alarma emiten un ruido y se encienden si los trabajadores se acercan a menos de dos metros, pero han sido criticados por un sindicato de trabajadores por “infantilizar” a los empleados.
Está previsto que las alarmas sean introducidas por la empresa de higiene Essity, que quiere que los trabajadores de la fábrica las usen alrededor del cuello.
El sindicato CFDT dijo a la AFP que es «un sistema comparable a los que intentan disuadir a los perros de ladrar».
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Christine Duguet, representante sindical de la CFDT, sugirió que los dispositivos «terminarán en los cubos de basura o permanecerán en un armario», y agregó que «esto es una completa tontería».
Duguet también expresó su preocupación de que la compañía intente mantener el sistema en su lugar como una «medida de seguridad» incluso después de que termine la pandemia.
El dispositivo es fabricado por una empresa belga llamada Phi Data, que también ofrece un dispositivo similar que el usuario puede activar si siente que alguien se le acerca demasiado.
Otros dispositivos similares han sido desarrollados por empresas de tecnología e investigadores que buscan sacar provecho del pánico pandémico
Dado que numerosas personas prominentes insisten en que el distanciamiento social y otras restricciones del coronavirus están aquí para quedarse, es perfectamente factible imaginar un futuro cercano en el que esta tecnología sea ampliamente adoptada.
China ya está vinculando las reglas del coronavirus a su sistema de puntaje de crédito social, además de usar la inteligencia artificial para disciplinar a su fuerza laboral, por lo que la idea de que las personas puedan ser avergonzadas o castigadas públicamente por acercarse demasiado a otras es una posibilidad muy real.
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