Avi Loeb pasó su carrera buscando evidencia de vida extraterrestre. Cuando lo encontró, la comunidad científica se negó a creerle.
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El profesor Avi Loeb siempre ha sostenido que la misteriosa roca espacial que visitó la Tierra en 2017, se trataba en realidad de algún tipo de tecnología extraterrestre, y además cree que hay más en camino, con un «cuatrillón» de objetos similares rondando solo dentro de nuestro Sistema Solar.
El objeto espacial fue detectado la primera vez por un observatorio en la isla de Hawai, que contiene un telescopio de exploración panorámica (el de mayor definición disponible). Al objeto se le apodó Oumuamua, que en hawaiano significa «explorador».
Oumuamua fue objeto de gran entusiasmo. Fue el primer objeto que los humanos han observado viajando a través del sistema solar desde el espacio interestelar. Pero también se volvió controvertido: su forma, la manera en la que se acercó a nosotros y cómo se alejó, no son consistentes con el comportamiento de un asteroide o cometa. Durante 11 días, los telescopios del mundo buscaron el significado de este extraño visitante. La historia fue muy conocida y apareció incluso en medios oficiales.
El profesor Loeb, que dirige el Departamento de Astronomía en una de las universidades más prestigiosas del mundo, como lo es Harvard, ha hablado sobre Oumuamua, que viajó hacia nuestro sistema solar en dirección desde Vega (una estrella), a unos 25 años luz de distancia e interceptó el plano orbital del sistema solar el 6 de septiembre 2017.
Avi Loeb, envió un artículo en 2018 al Astrophysical Journal Letters. En él, Loeb y su colega, Shmuel Bailey, argumentaron que las extrañas propiedades de ‘Oumuamua indicaban que se trataba de “una nueva clase de material interestelar delgado, producido de forma natural, mediante un proceso aún desconocido […] o de origen artificial”. Desde entonces, Loeb ha sostenido que la explicación más racional y conservadora es que ‘Oumuamua fue producido por una civilización alienígena.
Loeb dijo que Oumuamua «mostró un empuje excesivo lejos del sol, además de la fuerza gravitacional del sol que actúa sobre él». Los cometas hacen esto cuando se evaporan cerca del Sol y se desvían salvajemente creando sus colas distintivas. Sin embargo, no se vio una cola en este objeto que, en cambio, aceleró suavemente desde el Sol, lo que el profesor Loeb dijo que podría mostrar que era una especie de platillo volante impulsado por la luz.
El profesor dijo que el cambio de velocidad de Oumuamua sugirió que perdió “alrededor de una décima parte de su masa. Eso es bastante… deberíamos haber visto una nube de gas muy clara a su alrededor».
La forma de ‘Oumuamua también es distinta de casi todo lo demás que hemos observado en el espacio. Su brillo variaba en un factor de diez cada ocho horas, sugiriendo “una geometría muy extrema”.

Cada uno de estos factores es muy poco probable para cualquier objeto astronómico. Tomados en conjunto, dice Loeb, hacen de ‘Oumuamua «un objeto muy raro, si proviene del mismo depósito de objetos [asteroides y cometas] con el que estamos familiarizados».
En una reciente entrevista para News Statesman, el destacado astrónomo de Harvard dijo que nuestro Sistema Solar podría tener hasta «1 billón» de objetos como Oumuamua.
Es casi seguro que nunca volveremos a ver ‘Oumuamua, porque se aleja del sistema solar a 30 kilómetros por segundo. Pero Loeb dice que los científicos deben prepararse ahora para lo que suceda cuando llegue el próximo objeto de este tipo, ya que cree que sucederá muy pronto. Si tiene razón, estos objetos nos rodean en cantidades casi inimaginables para nosotros.
La mayor preocupación de Loeb sobre ‘Oumuamua no es que haya desaparecido de la vista, sino que la respuesta a ella “traiciona la cultura de la ciencia”. El principio copernicano, el cambio de pensamiento que permitió a la humanidad comenzar con la astronomía moderna, afirma que no estamos en el centro del universo. Pretender, frente a datos confusos, que ‘Oumuamua es solo otro asteroide es actuar como si lo fuéramos.
Pan-STARRS comenzó a buscar objetos cercanos a la Tierra a principios de 2014 y descubrió ‘Oumuamua en menos de cuatro años. Aplicando el principio copernicano, debemos asumir que veremos otro objeto una vez cada tres o cuatro años. Pero esta frecuencia puede cambiar, porque nuestra capacidad para verlos está a punto de aumentar.
Este año, el telescopio del Observatorio Vera C Rubin en Chile tomará sus primeras fotografías de prueba – los astrónomos llaman a esto «primera luz» – del cielo nocturno. Incluso más potente que Pan-STARRS, esto fotografiará repetidamente todo lo visible en el cielo utilizando un espejo de más de ocho metros de diámetro y la cámara digital más grande del mundo.
«Entonces podríamos encontrar uno de esos objetos todos los meses», dice Loeb, «porque, ya sabes, debería haber muchos más».
La cuestión de cuántos ‘Oumuamuas hay ahí fuera es el punto en el que las inferencias se vuelven vertiginosas. Si vemos uno cada pocos años, Loeb infiere que “debería haber uno en cada volumen aproximadamente del tamaño de la órbita de la Tierra alrededor del sol”. Esta es un área vasta en términos humanos, pero en la inmensidad del espacio, “es bastante pequeña. Entonces significa que hay muchos, un billón de ellos, dentro de la nube de Oort. Dentro del sistema solar. Hay muchos de ellos.»
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