Se han reportado más de 7.000 muertes en Europa y más de 200.000 lesiones en todo el mundo.
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Mientras los medios de comunicación se centran solo en cubrir los «raros coágulos sanguíneos» fatales que están sucediendo con las vacunas de adenovirus (AstraZeneca y Johnson & Johnson) como casos aislados, entre el sistema de reportes de reacciones adversas a las vacunas europeo y el estadounidense, ya sumamos más de 10.000 muertes con todas las vacunas que han sido aprobadas en ambos lugares para su uso de emergencia.
Más de 10,000 personas han muerto poco después de la vacunación contra el COVID-19 desde diciembre. Las muertes incluyen más de 7.100 en Europa, según la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), y 3.005 informadas por los Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU. (CDC).
Hasta el martes, EudraVigilance, la base de datos de informes de sospechas de reacciones a medicamentos de la EMA, señalaba 4.036 «resultados fatales» después de la vacunación con la inyección de COVID-19 de Pfizer, así como 1.922 y 1.234 muertes después de la administración de vacunas hechas por Moderna y AstraZeneca, respectivamente.
EudraVigilance también contiene 20 reportes de muertes tras la vacuna COVID-19 desarrollada por Johnson & Johnson. La base de datos ha revelado más de 200.000 lesiones posiblemente relacionadas con las cuatro vacunas, y decenas de miles de casos se consideran «graves».
Asimismo, en EE. UU. se han reportado 3.005 muertes y más de 56.869 eventos adversos después de las vacunas contra el coronavirus hasta el 12 de abril. Las lesiones por vacunas en los EE. UU. son rastreadas por el VAERS, un sistema de vigilancia supervisado por los CDC y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).
Entre los informes de presuntos eventos adversos de la vacuna COVID-19 que el VAERS ha publicado, el 42% de las muertes ocurrieron en personas que se enfermaron dentro de las 48 horas posteriores a la inyección. VAERS ha informado miles de otros resultados debilitantes, como 620 casos de parálisis de Bell y 110 abortos espontáneos posteriores a la vacunación.
Las vacunas COVID-19 son conocidas por sus inquietantes tasas de efectos secundarios en general. Según la evaluación de la FDA de la inyección de Pfizer, más del 55 por ciento de los participantes del ensayo que tomaron la vacuna desarrollaron dolor de cabeza dentro de los siete días posteriores a la vacunación, y el 45 por ciento dijo que terminó necesitando fiebre o analgésicos.
“Nunca había visto una frecuencia tan alta de eventos adversos para una vacuna”, dijo el especialista parisino en enfermedades infecciosas, el profesor Eric Caumes, en una entrevista el año pasado. «No, de verdad, eso es demasiado, tal vez haya un problema», le dijo a Le Parisien en diciembre.
Ayer informamos de cómo los números de muertes de personas reportadas a través del VAERS en Estados Unidos, tras recibir alguna de las vacunas COVID, superan ya el total de muertes reportadas en los últimos 13 años dentro del mismo sistema de reportes de efectos adversos para todas las demás vacunas.
Además de esto, cabe añadir que según un estudio del gobierno de EE.UU en 2010, el VAERS solo suele detectar alrededor del 1% de todas las lesiones relacionadas con las vacunas, y ha sido duramente criticado por problemas de accesibilidad en el pasado.
🔎 | Adrreports | VAERS | LifeSite
Paren esta locura, esta humanidad esta siendo llevada a otro holocausto y aparentemente no se esta haciendo mucho por detener esta locura.