El gobierno australiano envió 300 soldados a las áreas más afectadas para evitar que la gente salga de sus casas más de una vez por día, como también para tocar las puertas de las personas que dieron positivo al virus y asegurarse que estén aislados, reportó Daily Mail.
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La orden del gobierno de utilizar a los militares para hacer cumplir los encierros fue reportada primero por el Irish Times el pasado 31 de julio.
El primer ministro australiano Scott Morrison envió este viernes 6 de agostos a unos 300 soldados a las zonas de Sídney con mayor población de inmigrantes, unos ocho distritos de Sídney en el oeste de la ciudad – donde viven 2 millones de personas – y se han registrado la mayoría de los nuevos casos, para impedir que la gente salga de sus casas más de una vez y disolver las reuniones numerosas.
La medida responde a la creciente cantidad de casos positivos de COVID de la llamada cepa ‘Delta’ proveniente de la India dentro de la estrategia de Australia de ‘Cero COVID’ con la que el gobierno busca eliminar los contagios completamente.
Las áreas donde los militares forzarán las medidas del gobierno son vecindarios empobrecidos, en su mayoría inmigrantes ‘no-australianos’ que registran una muy baja tasa de vacunación – 13 por ciento – a lo que las autoridades atribuyen que los casos positivos sean mayores en estos lugares.
Para la epidemióloga Mary-Louise McLaw esto se debe a la barrera del lenguaje y al pobre acceso a Internet.
Steve Christou, alcalde de Cumberland, donde el 60 por ciento de sus 240.000 residentes han nacido en el extranjero, criticó la medida del gobierno y lo acusó de no saber qué están haciendo.
“No tienen otra idea que recurrir a los militares como último recurso porque están perdidos en cuanto a las cuestiones que han creado”, dijo el alcalde al Irish Times.
“Son una comunidad pobre, son una comunidad vulnerable, y no se merecen estos encierros o estas medidas prolongadas y duras con las que ahora se les ha atacado”, agregó Christou.
Desde marzo de 2020, los australianos tienen prohibido viajar al extranjero y salvo excepciones de australianos que viven en el extranjero, poca gente ha podido ingresar en lo que representa uno de los países con las restricciones más estrictas para mitigar los efectos de la pandemia.
A pesar de estar transitando la sexta semana de encierros estrictos, el país ha visto una cantidad récord de infecciones, un posible indicador de que los encierros no son efectivos para contener el virus.
Cerca de 16 millones de australianos, casi dos tercios de la población, están bajo estricto encierro con las nuevas medidas del gobierno.
“La estrategia australiana de “Cero COVID” nos ha permitido escapar de lo peor de la pandemia hasta ahora: nuestro número de muertos ha sido uno de los más bajos del mundo, y nuestra recesión, una de las más cortas”, afirma un reciente informe del Instituto Grattan, un grupo de expertos sobre políticas públicas.
“Pero hemos pagado un alto precio. Estamos aislados del resto del mundo, y nos han encerrado con frecuencia”, afirma el reporte. “Los australianos han apoyado el enfoque de mano dura, pero también están cansados y frustrados [de los encierros]”.
Según el Daily Mail, la vacunación en Australia, considerado un país rico, no ha ido sobre ruedas.
El país fabricó su propia vacuna en colaboración con la Universidad de Queensland, pero después de administrar, los pacientes daban positivo al virus del HIV por lo que su distribución fue cancelada.
La vacuna del laboratorio AstraZeneca también se fabrica en Australia, pero aparentemente los australianos no confían en su eficacia y se mostraron a favor de recibir la de Pfizer.
Como el gobierno compró pocas dosis de Pfizer, Australia registra apenas un 20 por ciento de su población vacunada.