Eran los ochenta en Estados Unidos y la incipiente industria de la informática prometía a las mentes más brillantes un éxito y una gloria inminentes. Mientras la mayor parte de la población no comprendía qué era o qué impacto tendría en sus vidas, un joven Bill Gates desarrollaba el software que daría vida a Microsoft.
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Bill Gates, nacido en Seattle, era un estudiante precoz con grandes aptitudes informáticas. Con solo 17 años, desarrolló un software que medía el estado del tráfico y con 18 entró a estudiar en la prestigiosa universidad Harvard.
Tan solo unos años después, abandonó sus estudios para fundar su empresa de software, Microsoft, con su amigo Paul Allen. Durante cuatro años, la empresa se dedicó a buscar socios, hasta que su alianza con IBM en 1980 propició el impulso que necesitaba para convertirse en una de las compañías más rentables del mundo.
A la par que la empresa crecía y el dinero entraba a raudales en las carteras de Bill Gates y de sus colegas, estos organizaban las fiestas más salvajes de Seattle y de Washington. La prensa, atraída por los rumores, empezó a investigar qué más había detrás de la imagen del tímido informático. Y se encontró con un auténtico mundo de desenfreno.
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“A Bill Gates le gustaba nadar en la piscina desnudo. Organizaba fiestas muy salvajes, en las que salían para contratar strippers en Seattle y llevarlas a la casa de Bill”, relata Wallace, el periodista de investigación que reveló la vida oculta de Gates en su biografía “A toda máquina. Bill Gates y la creación del imperio Microsoft”.
Una declaración que ha corroborado el ex-ejecutivo y amigo de Gates al diario Daily Mail, afirmando que “a Bill le gustaban mucho las fiestas”, admitiendo que antes de casarse con su ex-esposa Melinda Gates le había sido infiel en varias de ellas.
“Todo el mundo sabía que era un mujeriego, aunque no se ha publicado mucho sobre ello porque tenía a los periodistas muy contentos, enviándoles novedades para publicar continuamente. Nadie quería parar ese flujo de información”, afirma Wallace.
El creador de Microsoft no es el único magnate de la informática del que han trascendido su fiestas salvajes con alcohol y mujeres. Mark Zuckerberg y Elon Musk también han protagonizado las páginas de la sección de escándalos de varios medios.
Fiesta de “nenas y pelotas”
El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, ha sido retratado en numerosas ocasiones por su gusto por las fiestas salvajes en las que intervenían strippers, alcohol y drogas.
Buena parte de la población conoce la película La Red Social, estrenada en 2010, que dramatiza los rumores de las fiestas que celebraba Zuckerberg en su mansión de Palo Alto.
Al margen de esta etapa de juventud, el fundador de la red social más grande del mundo ha sido fotografiado a lo largo de los años en numerosas fiestas controvertidas.
Quizá la más polémica de ellas, debido a su marcado carácter machista, sea la fiesta de “nenas y pelotas”, organizada por el cofundador de Uber, Travis Kalanick, en la que aparecen retratados en la prensa Zuckerberg y el cofundador de Dropbox, Drew Houston.
En ella, periodistas de The Wire, afirman que había mujeres semidesnudas bailando la danza del vientre sobre las mesas de los comensales.
De igual forma, otro de los líderes de la tecnología a nivel mundial, Elon Musk, fundador de Tesla, SpaceX y casi dueño de Twitter, ha admitido que asistió en 2019 a una fiesta con prostitutas en Silicon Valley.
Su llegada fue alertada por otro de los asistentes, el inversor Steve Jurvetson, que reconoció a Musk y no dudó en contarlo en sus redes sociales.
Otros asistentes corroboraron el suceso y el magnate no tuvo más remedio que confirmar que se encontraba ahí, aunque desmintió que fuera una fiesta sexual y afirmó que se trataba de una reunión de trabajo.
La celebración, denominada “puddle cuddle”, que se traduciría al español como “charco de abrazos”, se trataba de una orgía y contaba con grandes cantidades de alcohol y drogas, según afirma Jurvetson.
Si bien las fiestas de los genios de la informática ya eran retratadas en los ochenta, en la actualidad la explosión de las redes sociales y de los teléfonos móviles con cámara han posibilitado que muy pocas de ellas queden realmente en secreto.
Tal vez el próximo gurú de la tecnología a quien le encanten este tipo de celebraciones salvajes encuentre una forma de pasar tan desapercibido como le gustaría.
