Las sanciones de guerra de la OTAN y las subidas de tipos de la Reserva Federal han empujado a las propias economías de la OTAN a la contracción económica en 2022.
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Además de imponer crisis de depresión y hambrunas en los países en desarrollo, las sanciones de guerra de la OTAN y las subidas de tipos de la Reserva Federal han empujado a las propias economías de la OTAN a la contracción económica en 2022, que ayer mismo afirmaba que sólo sería una “recesión de leve a moderada en algún momento de los próximos años” para los economistas de Wall Street y de las empresas. Según Standard & Poor’s, que publica los llamados Índices de Gestores de Compras, la recesión está en marcha en todo el transatlántico desde esta semana. Chris Williamson, el ejecutivo de S&P encargado de estos índices, hizo valoraciones casi idénticas de las economías europea y estadounidense.
Europa:
“La economía de la eurozona parece que se va a contraer en el tercer trimestre, ya que la actividad empresarial entró en declive en julio y los indicadores prospectivos apuntan a que lo peor está por llegar en los próximos meses…. Aunque [la contracción es] modesta por el momento, la fuerte pérdida de nuevos pedidos, la caída de la cartera de pedidos y el empeoramiento de las expectativas empresariales apuntan a que el ritmo de caída se acentuará a medida que avance el verano. Lo más preocupante es la situación del sector manufacturero, en el que los productores informan de que las ventas, más débiles de lo previsto, han provocado un aumento sin precedentes de las existencias no vendidas. Es probable que haya que reducir la producción a medida que las empresas se adapten a este entorno de demanda más débil, a su vez ampliamente vinculado al aumento de los precios.”
EE.UU:
“Los datos preliminares del PMI de julio apuntan a un preocupante deterioro de la economía. Excluyendo los meses de bloqueo por la pandemia, la producción está cayendo a un ritmo que no se veía desde 2009 en medio de la crisis financiera mundial, y los datos de la encuesta indican que el PIB está cayendo a una tasa anualizada de aproximadamente el 1%. El sector manufacturero se ha estancado y la recuperación del sector de los servicios tras la pandemia ha dado marcha atrás, ya que el viento de cola de la demanda reprimida se ha visto superado por el aumento del coste de la vida, la subida de los tipos de interés y el creciente pesimismo sobre las perspectivas económicas.
“El aumento de la tasa de deterioro de la cartera de pedidos, con una fuerte caída de la cartera de pedidos en julio, refleja un exceso de capacidad operativa en relación con el crecimiento de la demanda y apunta a que la producción, tanto en el sector manufacturero como en el de servicios, se reducirá aún más en los próximos meses, a menos que la demanda se reactive. Sin embargo, con las expectativas de crecimiento futuro de las empresas cayendo al nivel más bajo desde los primeros días de la pandemia, no se anticipa tal reactivación”.
El Banco de la Reserva Federal de Atlanta sigue estimando una contracción en Estados Unidos del -1,6% en el tercer trimestre. Ahora evalúa que la inversión de capital de las empresas caerá a un ritmo anual del -13%; la inversión residencial a un ritmo del -10%; y el gasto personal per cápita a un crecimiento aproximadamente nulo.