Pavel Durov acusa a los gigantes tecnológicos estadounidenses de perjudicar a los desarrolladores de aplicaciones con sus largos procesos de revisión y recortes de ganancias
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El empresario de software de origen ruso Pavel Durov, que dirige la compañía detrás de la popular aplicación de mensajería Telegram, ha criticado a los gigantes tecnológicos estadounidenses por abusar de su posición dominante en el mercado.
La última diatriba, que Durov compartió en Telegram el miércoles, fue provocada por Apple aparentemente deteniendo el lanzamiento de una nueva versión de su mensajero.
«Nuestra próxima actualización, que está a punto de revolucionar la forma en que las personas se expresan en los mensajes, ha estado atascada en la ‘revisión’ de Apple durante dos semanas, sin explicación ni ningún comentario proporcionado por Apple», se quejó.
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Se supone que la revisión permite al operador de la tienda de aplicaciones verificar el código enviado en busca de cualquier posible malware y confirmar que cumple con los estándares de seguridad, antes de que los usuarios puedan instalarlo. Durov dijo que el proceso era «desalentador» para su equipo, y agregó que «uno solo puede imaginar las dificultades experimentadas por los desarrolladores de aplicaciones más pequeños».
«Este daño se suma al impuesto del 30% que Apple y Google toman de los desarrolladores de aplicaciones, que, según ellos, se supone que deben pagar los recursos necesarios para revisar las aplicaciones», agregó el empresario. «Los reguladores en la UE y en otros lugares están empezando lentamente a investigar estas prácticas abusivas. Pero el daño económico que ya ha infligido Apple a la industria tecnológica no se deshará».
Apple destaca entre las empresas tecnológicas con las estrictas reglas para su plataforma. A diferencia del sistema operativo Android de Google, solo se permite el software aprobado por Apple descargado de la tienda de la compañía en los dispositivos Apple.
Durov afirmó anteriormente que la política convierte a los clientes de Apple en «esclavos digitales» del ecosistema de la compañía, que no tienen más remedio que comprar su hardware «caro y obsoleto», mientras someten sus datos a vigilancia y censura.
